lunes, 18 de marzo de 2013

El Navío del Desgracia I


Quizás lo que motiva a un escritor a redactar sus más profundos pensamientos, es la inagotable sensación de encontrarse ante el mundo y depositar o vaciar el mar de sentimientos que se encuentra en la vasta imaginación que posee, pero también el hacer de sus lectores sus más fieles cómplices es una de las sensaciones que impulsan a redactar y hacer públicos algunos pensamientos que por lo general pudiesen ser ocultos y personales. Quiero compartir esta nueva publicación, y las sensaciones que se hacen presente transfigurando las ideas en vaivenes de marejadas en un mar indómito, frente a una barcaza que navega fraudulenta y desvariada por las aguas de sentimientos. Como grandes de mis influencias, cabe comentar que Pablo Neruda dedicó grandes de sus poemas al Mar y que el poema que citaré más abajo, también es parte de las influencias que he recibido.
 
‎El Navío del Desgracia I
"Puedo cantar irresoluto en la mirada de tu sonrisa opaca,
creer por azulejos, los navíos de hojalata en la bahía
y correr por sobre cubierta en medio de una tormenta:
Correr a pies descalzos sobre las marejadas.
Y sentir gota a gota la vida bajo el agua.

Se acostarme sobre las nubes mordiendo la tierra:
se gritar a escondidas sin, en vida, jamás ser encontrado.
Nos embarcamos a escondidas del silencio
y encallamos en los acantilados de la playa,
¡Esa!, donde nos cotejamos con la muerte.

Se abruman los peñascos rotos,
se abalanzan sobre las rodillas ponzoñosas
y los brazos llenos de yagas:
¡Que rezan por amainar esta tormenta!

Sólo encuentro el consuelo irreductible
en mi barco que ha varado frente a un iceberg,
Sólo veo mis ojos en sombras terribles,
mi barcaza, mi crucero destrozado al fondo del placer
y mi alma queda corta, torpe y ciega
para sostener en sus manos...
este poema."
Sin otras palabras que entregar, dejo a interpretación de todos a quien caiga de sorpresa este poema, que fugaz entre metáforas, hipérboles y sin fin de figuras literarias compilan y comprimen a pecho abierto estas letras impresas en las arterias del corazón. Para terminar esta pequeña reseña, pues nadie quiere que el autor revele el sentido de lo que escribe, dejo un extracto de un poema que considero de culto:
 

O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills;”
 

O Captain! My Captain! (Walt Whitman)

miércoles, 6 de marzo de 2013

Antioda a los fideos con salsa


Pronto será el momento de regresar a la rutina Universitaria, y no es sino todo un sacrifico el encontrarse frente a esta realidad para la juventud de todos los tiempos. Siguiendo la tónica de Nicanor Parra, y bajo mis propio matiz, quiero introducir el siguiente poema, dedicado a todos los universitarios, jóvenes, adultos jóvenes que alguna vez nos encontramos frente a la situación hilarante de comer un plato de “comida” (valga la redundancia) preparado por nosotros mismos, y es que quien no puede evitar toparse con los clásicos “fideos con salsa”. Quizás uno de mis más informales poemas es el que vengo a presentar en esta ocasión, pero que con una porción de sátira elevada al cubo y una pizca de verdad no superior a los cinco gramos, representa parte de la rutina que se enfrenta cada estudiante.

Antioda a los fideos con salsa 


¡Oh del grano agazapado!
            donde nace
la sepa
            de tu fibra
frágil e inconsistente.
Permítame cantarle esta algarabía
a los universitarios hambrientos de cada día.

Para preparar
tal manjar
de dioses,
no necesita usted de mucha
EXPERIENCIA.

Sólo ser un joven con poco tiempo,
algo de hambre
y
una olla
(No vaya a olvidarse de revisar su billetera
y encontrar lo que buscaba: Ni un Peso)

Vierta los fideos sobre agua caliente,
y deje reposar un rato…
            ¡prenda la estufa a gas!
y          deje     que      se cocinen
            a fuego lento.

Póngase una canción chilena, ¡bien chilena!
como AC/DC, Justin Bieber o algo de K-pop
y olvídese de que está preparando fideos
                        y vuelva a estudiar.

Cuando vuela a entrar en razón
                        ¡SALTE HACIA LA COCINA!
Vierta algo de Sal y revuelva…
            Si gusta y tiene algo de suerte
agregue salsa de tomate encima.

Ahora, sirva en un plato
            Y coma sus fideos pegoteados.
Si queda con hambre… vuelva a repetir el proceso.


Quise escribirla en tonada de una Oda como los famosos cantos de Pablo Neruda, pero con la hilarante gracia de Parra. No es esto sino una creación bajo grandes influencias que no puede evitar ser insignificante al ser comparado con figuras tales. Como mis días transcurren y se aproxima mi ingreso a segundo año de universidad, sólo me queda infundirme de nuevos pensamientos y buscar nuevos horizontes, para seguir experimentando y alimentando mi hambre de escritura, y por supuesto, para disuadir la espesa bruma del Derecho y sus condensadas letras.