viernes, 14 de junio de 2013

Canción para un Libro - "Cuando abro un libro"

Cada vez que es posible tener la oportunidad y dicha de leer un libro, uno debe ser capaz de percibir las emociones que el mismo quiere transmitirnos, ser capaces de transmutar toda la información recibida y conmover nuestras entrañas. El sentimiento mutuo de la lectura, produce de una u otra forma un enriquecimiento a la persona. Aún cuando debamos leer de forma forzosa, nosotros estamos captando las señales de las letras plasmadas por el autor, de una u otra forma, somos los contenedores de aquello que es transmitido y que en más de una forma, somos seleccionados como herederos de esas emociones y sentimientos.

Cuando abro un libro

Y es que cuando leo un libro,
lo saboreo en si mismo
como miel anaranjada en un cielo de jazmín.
Y mi alma vuela libre,
apacible e irreductible
por el cielo y su confín.

Y es que cuando leo un libro
me siento alegre y triste,
sonrío con cada historia
y lloro con cada final:
¡Y mi morada se traslada
a esa casa encantada
de aquel cuento infantil!

Y es que cuando quemo un libro
es un delito, un genocidio,
destruir aquella casa
que me brindó de su hogar.
Ese universo paralelo,
que me dejó casi perplejo:
¡Hoy se extingue
y yo igual!

Y es que cuando abro un libro,
me vuelvo de tinta negra,
mis sentimientos en palabras
y mi piel se hace papel:
¡Y mi morada se traslada
a esa casa encantada
de aquel cuento infantil!

lunes, 18 de marzo de 2013

El Navío del Desgracia I


Quizás lo que motiva a un escritor a redactar sus más profundos pensamientos, es la inagotable sensación de encontrarse ante el mundo y depositar o vaciar el mar de sentimientos que se encuentra en la vasta imaginación que posee, pero también el hacer de sus lectores sus más fieles cómplices es una de las sensaciones que impulsan a redactar y hacer públicos algunos pensamientos que por lo general pudiesen ser ocultos y personales. Quiero compartir esta nueva publicación, y las sensaciones que se hacen presente transfigurando las ideas en vaivenes de marejadas en un mar indómito, frente a una barcaza que navega fraudulenta y desvariada por las aguas de sentimientos. Como grandes de mis influencias, cabe comentar que Pablo Neruda dedicó grandes de sus poemas al Mar y que el poema que citaré más abajo, también es parte de las influencias que he recibido.
 
‎El Navío del Desgracia I
"Puedo cantar irresoluto en la mirada de tu sonrisa opaca,
creer por azulejos, los navíos de hojalata en la bahía
y correr por sobre cubierta en medio de una tormenta:
Correr a pies descalzos sobre las marejadas.
Y sentir gota a gota la vida bajo el agua.

Se acostarme sobre las nubes mordiendo la tierra:
se gritar a escondidas sin, en vida, jamás ser encontrado.
Nos embarcamos a escondidas del silencio
y encallamos en los acantilados de la playa,
¡Esa!, donde nos cotejamos con la muerte.

Se abruman los peñascos rotos,
se abalanzan sobre las rodillas ponzoñosas
y los brazos llenos de yagas:
¡Que rezan por amainar esta tormenta!

Sólo encuentro el consuelo irreductible
en mi barco que ha varado frente a un iceberg,
Sólo veo mis ojos en sombras terribles,
mi barcaza, mi crucero destrozado al fondo del placer
y mi alma queda corta, torpe y ciega
para sostener en sus manos...
este poema."
Sin otras palabras que entregar, dejo a interpretación de todos a quien caiga de sorpresa este poema, que fugaz entre metáforas, hipérboles y sin fin de figuras literarias compilan y comprimen a pecho abierto estas letras impresas en las arterias del corazón. Para terminar esta pequeña reseña, pues nadie quiere que el autor revele el sentido de lo que escribe, dejo un extracto de un poema que considero de culto:
 

O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills;”
 

O Captain! My Captain! (Walt Whitman)

miércoles, 6 de marzo de 2013

Antioda a los fideos con salsa


Pronto será el momento de regresar a la rutina Universitaria, y no es sino todo un sacrifico el encontrarse frente a esta realidad para la juventud de todos los tiempos. Siguiendo la tónica de Nicanor Parra, y bajo mis propio matiz, quiero introducir el siguiente poema, dedicado a todos los universitarios, jóvenes, adultos jóvenes que alguna vez nos encontramos frente a la situación hilarante de comer un plato de “comida” (valga la redundancia) preparado por nosotros mismos, y es que quien no puede evitar toparse con los clásicos “fideos con salsa”. Quizás uno de mis más informales poemas es el que vengo a presentar en esta ocasión, pero que con una porción de sátira elevada al cubo y una pizca de verdad no superior a los cinco gramos, representa parte de la rutina que se enfrenta cada estudiante.

Antioda a los fideos con salsa 


¡Oh del grano agazapado!
            donde nace
la sepa
            de tu fibra
frágil e inconsistente.
Permítame cantarle esta algarabía
a los universitarios hambrientos de cada día.

Para preparar
tal manjar
de dioses,
no necesita usted de mucha
EXPERIENCIA.

Sólo ser un joven con poco tiempo,
algo de hambre
y
una olla
(No vaya a olvidarse de revisar su billetera
y encontrar lo que buscaba: Ni un Peso)

Vierta los fideos sobre agua caliente,
y deje reposar un rato…
            ¡prenda la estufa a gas!
y          deje     que      se cocinen
            a fuego lento.

Póngase una canción chilena, ¡bien chilena!
como AC/DC, Justin Bieber o algo de K-pop
y olvídese de que está preparando fideos
                        y vuelva a estudiar.

Cuando vuela a entrar en razón
                        ¡SALTE HACIA LA COCINA!
Vierta algo de Sal y revuelva…
            Si gusta y tiene algo de suerte
agregue salsa de tomate encima.

Ahora, sirva en un plato
            Y coma sus fideos pegoteados.
Si queda con hambre… vuelva a repetir el proceso.


Quise escribirla en tonada de una Oda como los famosos cantos de Pablo Neruda, pero con la hilarante gracia de Parra. No es esto sino una creación bajo grandes influencias que no puede evitar ser insignificante al ser comparado con figuras tales. Como mis días transcurren y se aproxima mi ingreso a segundo año de universidad, sólo me queda infundirme de nuevos pensamientos y buscar nuevos horizontes, para seguir experimentando y alimentando mi hambre de escritura, y por supuesto, para disuadir la espesa bruma del Derecho y sus condensadas letras.



lunes, 25 de febrero de 2013

Derechito Parra su casa y la Teoría de la Relatividad

En esta oportunidad -y en las próximas publicaciones- quiero compartir con todos el reconocimiento y admiración que siento por Nicanor Parra, un ejemplo para los nuevos escritores, que deja de manifiesto para todos los que quieren escribir o aquellos que se hacen llamar escritores, sin ninguna excusa, de que ésta es tierra de poetas y grandes escritores: ¡y es que es imposible no sentirse asombrado por la cordillera imponente; resulta un desafío no maravillarse frente al desemboque eterno del mar sobre el horizonte; parece un misterio la fantasía e ilusión de caminos entre los bosques chilenos!, quizás sea todo un desafío el no tener en cada uno de nosotros un pequeño "gran" escritor. Sin embargo, este casi delirante amor por las letras es una bendición que al igual como la flora nacional debe ser sembrado y cultivado con cuidado en la basta llanura del rebaño en el que formamos parte. 

Quiero en esta oportunidad, por estos momentos y con el debido permiso de mi potestad, darme el exclusivo lujo de añadir mis propios condimentos a la forma discursiva en la que Don Nicanor narra sus tal versadas creaciones y al mismo tiempo atreverme a explorar en el camino de la "Antipoesia":


No queda más que dar crítica a mi insulsa creación, en mi afán de admiración por la sátira poética de Parra. No queda más que alimentar la vida de mis creaciones con la fama que merezca, y es que si algo rescato de la corta edad que he vivido, es que lo que uno deja escrito en este mundo puede ser capaz de perdurar aún más allá de la vida mortal, sin embargo, la idea de un escritor o poeta (o por lo menos alguien quien con ansias busca alcanzar tal dichosa reputación) puede terminar siendo su propia muerte con túnica y guadaña incluida. Expresar la sátira que se narra, es un juego verbal que acompaña la graciosa y fácil lectura de este poema: no está de más decir, que la estructura en la cual se conjuga y encaja cada letra en la antipoesia, es una manera especial de expresar cierta relevancia o importancia, dando el toque -a mi parecer- de un completo desastre y el efecto de cajas amontonadas de forma irregular, ¿existe un por qué para ello?, no es algo que quien escribe le toque responder.


martes, 12 de febrero de 2013

Trinchera - [Cuento]

          Cuando empezaba a buscar entre mis viejas notas de papel arrugado, en el estante a la derecha, al fondo de todos mis libros, encontré un día una empolvada libreta. La razón por la que estaba buscando dentro de mis vetustos escritos y antropológicas verdades, ni si quiera yo aún puedo recordarla sin tener que volver varios días atrás, como si poco a poco la memoria me estuviese jugando tretas y barahúndas que en mi mente se van haciendo imposible resolver, así que probablemente desvaríe en la veracidad de ciertos acontecimientos. Siguiendo la línea de la historia (aunque a estas alturas más que una simple línea, sea un río caudaloso cuya vertiente se ha ramificado como las ramas de un árbol frondoso), debiera haber despertado a las 8am, porque a esa hora comenzaba el partido de ya no recuerdo que equipos, aunque mi reloj marcaban las siete de la mañana en punto, yo sabía que eran las ocho, y si bien recordaba, ese mismo día se cambió la hora de los relojes. Hasta esa tarde había permanecido mirando hacia la ventana en mi sillón de terciopelo, tomando un grato café boliviano granulado con dos terrones de azúcar. Afuera, todo era tranquilidad y ningún alma se veía cruzar por las calles, fue allí cuando tomé uno de los libros que permanecían dentro del estante, un estante que albergaba una gran cantidad de novelas, códigos civiles, cuentos, poemas y ensayos que había realizado hace bastante tiempo, libros que ya en mi vida había podido leer y degustar todos, excepto uno que se me había pasado por alto. Logro ver entonces que me levanté por no recuerdo cual carajo razón y dejé la lectura que en ese momento entretenía a mis cristalinos y sedientos ojos. Del libro sólo logro recordar que trataba de un hombre de caballería, aunque la narración parecía ser más bien una ironía, sobre todo en uno de sus grandes discursos donde sentado en una mesa todos los oían. Cuando ya me encontraba de pie, había perdido la hoja en la que estaba leyendo. Caminé un par de metros y tropecé con una mesa de vidrio que sustentaba recuadros con marco de oro y detalles forjados a mano, todos de valiosos momentos que debí de haber vivido pero que no recuerdo. En un pequeño cofre al centro de todo, se encontraban dos anillos de diamantes, relucientes como ninguna otra joya. Un más puro sentimiento de vida llamó a mi reminiscencia y después de treinta años, volvía a contemplar las armas que yo sostuve y que llegué a aborrecer, pero que no podía botar, no podía olvidar, no podía deshacerme de ellas, porque formaban parte de mí. En ese tiempo, mi afición por la lectura no era menor que la de mi hermano y los días que llevábamos atrincherados bajo el cielo nublado cubierto de azufre, los cercos con alambre de púas, bajo los charcos de lodo y conviviendo con las ratas, nos volvía cada vez más cercanos. En los intentos por ganar terreno, nuestra compañía debió lanzarse al ataque y mi hermano fue destinado a ser carne de cañón, lógicamente fue fusilado y mutilado por una guerra de intereses individualistas y estúpidos. La única medalla que logré rescatar de su cuerpo ensangrentado, me recordó siempre la infancia que tuvimos juntos. Corríamos por kilómetros y kilómetros el campo abierto de unos parientes, me parece mucho que hermano de mi papá, y siempre nos gustaba salir a correr por la yerma, la pradera, el río y el páramo más allá del bosque subiendo las montañas, entonces el recuerdo se me hace difuso y entrecortado como en una de aquellas antiguas televisiones que más que un sofisticado aparato electrónico parecían una caja, de esas que uno tenía miedo tocar por no saber que miéchica estaba haciendo. Pero lo que si puedo dibujar en mi mente es la silueta de un hombre, que se me hace muy conocido, y que aparece en reiterados recuerdos esporádicos, pero sólo aparece esa silueta de donaire, de gallardía, como si su postura misma impusiera respeto y al cual yo admiraba, tenia un leve olor a naftalina. Entonces después de aquellos años mozos, de infancia donde mi padre aún me cargaba en brazos, donde mi madre aún podía darme la comida y me regañaba a escondidas si yo mojaba la cama, después de ese tiempo yo aprendí a saber lo que era el peso de una moneda, el sudor que costaba y lo mucho que había que embarrarse para conseguir un puñado que no alcanzaba ni para el kilo de pan. Don Jaime, un terrateniente y dueño de fundos famosos en la zona nos contrató para los trabajos en siembra y curtiembre de sus tierras y ganado, simplemente era un latifundista más, como ya había de aquellos en todas partes, y que nadie les podía decir absolutamente nada, nadie se atrevía a alzarle una sola vez, la voz al patrón. Estábamos con el azadón a un pleno sol –que picaba más que el mismísimo infierno- y por sobre nuestras cabezas aparecieron esos aparatos voladores que parecían perseguirse como si el zorro siguiera al conejo, pero las maromeras descontroladas del primero, lo llevaron a estrellarse en toda la pampa, los días posteriores gente vestida de trajes uniformados llegaron a sitiar el lugar. Me registraron a la fuerza en el ejercito, y después de pasarnos unas cuantas pilchas, y un arma de esas que veías sólo en la caja de imágenes, donde la gente se mataba por amor a su patria, ¡patrañas!, si vivimos todos en la misma tierra, ¿por qué mierda nos quitamos los ojos unos a otros?, porque somos pusilánimes y menesterosos. Por suerte que puedo hablar conmigo mismo, sino ¿quién escucharía las palabras de este viejo loco?, como dicen rostros que habitualmente veo por aquí, rostros que por más que me esmero no logró reconocer. “¿Quién soy yo?”, me han estado preguntando todos estos días, y yo siento que mi cara expresa una inexorable lástima y algo de estupidez, la expresión de un viejo demacrado, chiflado y “cuentero”, como me dice un chamaco que me llama abuelo. Y yo pienso: ¿Qué recresta me importa a mí?, suelo soltar un chiflido como si me estuviera desinflando y muevo la cabeza de izquierda a derecha, mientras lanzo una mueca de incomodidad y una mirada que encuentra cobijo mirando a un punto fijo en el fondo de la pieza. La pintura amarilla de la pared se estaba descascarando. Me levante en cuclillas para alcanzar la libreta que había encontrado el día anterior, pero que dejé en el mismo lugar para cuando se me apeteciera echar una mirada, la verdad es que resultó ser el único texto que no me habré leído de toda mi colección, y es que cuando joven empezaron a llegarme cuantos libros podía imaginarme e intenté que ninguno se me pasara por alto, pero lo que me tenía realmente inquieto era lo que podía decir esas pequeñas paginas que no serían mas de cincuenta y cuya edición se habría emitido hace ya más de ocho años, tenía una cobertura rígida y dura, su textura parecía como si estuviera pasando mi mano sobre una superficie áspera y la impresión dorada de sus letras con sus hendiduras y enclaves perfectamente colocados, su plateado color metálico, y cuando lo abrías emitía un profundo olor a humedad de entre sus hojas. Se me contrajo el corazón y se me apretujó el alma, mi mano que ya se había estirado para alcanzar en lo alto la libreta tuvo que bajar bruscamente para estrujar mi pecho oprimido, como si la sangre me fuese a reventar de entre mis venas varicosas, mis ojos saltaron de expectación y mi rostro entero expresó una queja en su silueta, un sonido casi sórdido salio de mis labios y todo el mundo comenzó a girar a mi alrededor, los muebles y las personas se movían de una lado a otro y yo no podía mantenerme en pie, las fuerzas me estaban abandonando y todo el vigor que tuve alguna vez en el campo de batalla cuando me alcé en contra de un campo minado enemigo, frente a un ejercito que nos superaba en un número de tres a uno, donde el comandante a cargo de la misión no era más que un jovenzuelo que no tendría más que mi edad y que parecía a penas capaz de poder sostener el arma, toda esa fuerza ahora me estaba abandonando y ya no pude mantenerme en pie, caí de un taburete café y pequeño de donde estaba arrimado y di con el suelo como un costal de harina, de esos que uno tenía que cargar al hombro cuando la mula no quería andar (porque cuando se echan, no hay diablo que la haga avanzar), y todo el ruido que provoqué remeció toda la casa de madera antigua, donde un rechinido se escucha en toda la cuadra, y las personas llegaron a mi alrededor viendo espantados como yo estaba tirado en el piso, con una mano en el pecho y cerrando de a poco mis ojos. La libreta también cayó conmigo, y la primera frase que alcancé a leer decorrido era: técnicas para ser feliz, no olvides sonreír. Resulta que jamás hubo guerra, ni tampoco campo, ni en mi vida he sostenido un arma, pero si estaba a punto de morir, ¿por qué no recordar a este viejo en un segundo o en un haz de luz toda una vida como me habría gustado tener?, ¡patrañas! merecía tener una historia digna que por lo menos contar, ¿Y contar a quien?, ¿contar a quien?

Domingo bajo estrellas - [Cuento]


         Algunas veces pienso que caminar bajo las estrellas es de anticuados, de gente cursi y de personas viejas, si hay algo que odio, es eso… caminar bajo las estrellas. Escribí hace mucho tiempo unos garabatos sobre mi cuaderno, tenía la impresión de que se me habían olvidado, pero cuando uno escribe y olvida donde dejó el papel grabado con todo el crisol bíblico y revelador plasmado en unas cuantas líneas (más encima, con mala ortografía), corre el peligro de reencontrarse con frases que pueden hasta cambiar una vida. “Un libro en las manos y en el momento oportuno, puede dar un giro a tu existencia”, eso me lo dijo un amigo… cierto, se llamaba Cristóbal (por si no se nota, no lo he visto hace mucho y casi perdimos el contacto), en ese entonces tenía la leve sospecha de que mi vida era de colores médicos, científicos y todo muy esquemático, bien cuadrado para mis asuntos (iba a usar otra palabra, pero siento que mi lenguaje en esta ocasión debe ser correcto. Pero… ¿Por qué?, bah… weás mías), hasta que un día me di cuenta que era daltónico (por favor no lo interpreten textual… de acuerdo, tengo un pequeño problema en el ojo, pero no es daltonismo… no), entonces tuve que reestructurar toda mi vida por un dichoso y pequeño libro (por eso mismo yo ya no leo, tengo miedo a que me pase lo mismo), mi vida se dio hacia la política y el enfoque social, hacia lo lírico, lo literario, lo narrativo, el mundo creado por los autores, ese mundo que te sumerge y te lleva a cada historia diferente (podríamos decir que aprendí a amar la literatura y la poesía). Ah… ¿quieres saber cual era el libro?, la verdad es que no hay libro, bueno si lo hay, pero no quiero revelar el nombre: trataba sobre las personas que nacían en tubos de ensayo, era una sociedad futurista y selectiva (Si… elitista), donde su felicidad estaba condicionada, felizmente condicionada (que paradoja). ¡Bendito fue el día en el que dí con ese libro!, y sepan como fue a parar a mis manos: Me encontraba oculto en un mesón a la esquina de un local nocturno, cuando una muchacha se me acercó (¿pueden creerlo?), y empezamos a conversar (uno queda tan empavonado cuando se enfrenta a una chica bonita, que termina aceptando todo, así fue como acepté de weón, acompañarla a una exposición de libros), después de todos los barullos, acordamos juntarnos el día de mañana para salir a mirar esos libros, y en el mesón dejó (lo más probable es que intencionalmente) el libro que estaba leyendo. Me lo leí de principio a fin, de corrido (tengo la impresión de que me habré tomado unos siete café en el intertanto), y quedé fascinado con la intención literaria, la narración y un centenar de aspectos. Y me empezó a gustar la literatura, libros los cuales no había leído desde que salí del colegio (mentira… jamás me leí un libro en el colegio), aprendí con cierto resquemor y como no tenía la costumbre de leer (Dicho de otra forma: Interpretar… ¡Dios!, si que soy malo en eso), tuve que ir descubriendo de a poco, libro por libro. (La verdad es que, si lo vemos desde el punto de vista de un observador, yo aprendí a amar la literatura porque aprendí a amar a una chica. Si dejo de amarla, ¿dejaré de amar la literatura?, es lo más probable, de una u otra forma, los libros me recuerdan su aroma, su persona y todo lo que ha salido en esos versos hermosos que escribieron los poetas) Después de salir con ella en varias ocasiones, fui enamorándome, ya no de cómo era (porque me fascinaba todo), sino de las palabras que usaba, cada vocal que pronunciaba con un tono armónico y celestial de los mismos ángeles que interpretaban con sus trompetas a coro (Hace un par de meses, jamás en mi vida habría escrito algo así, ¡que barbaridad!). Una noche salimos a un restaurante, bastante lujoso y de alta alcurnia, y ella fue muy bien arreglada, con un vestido que dejaba su belleza florecer en todo su esplendor, pero lo que nunca falto, fue su libro. Solía comentarme detalles de los autores que leía, detalles y escenas de los libros que amaba y me invitaba a leer con ella algunos pasajes y capítulos, ¡y lo comprendí! (comprendí que me encontraba feliz, preocupado porque mañana podría ser más pesado que hoy, comprendí que estaba relajado, libre y sentía que no tenía obligación alguna, pero al mismo tiempo, tenía una tensión que me obligaba a desesperarme).
         ¿Salgamos a mirar la estrellas?, fue lo único que terminé diciendo y lo primero que se me ocurrió. Así  pude dar respuesta a una de las preguntas que he oído tantas veces en los poemas: ¿Qué es el amor?, el amor… es como un domingo. Pero es de noche… ¡que lástima!

lunes, 4 de febrero de 2013

¡Se Exige!, Decreto a un Aliado Público - Parte única

Con puertas a un nuevo mundo, esta es la última parte de mis antiguas creaciones, las que albergan un confín de experiencias que impulsaron a este incensato y remedo de escritor a lanzarse en la aventura insufrible e interminable de un colectivo imaginario. Suele decirse que los mundos creados por cada autor son únicos e irrepetibles, pero creo que en esto los escritores son egocéntricos y poco agradecidos, pues resulta curioso que aún en una ínfima parte, esa persona detrás del escritor (no aquel quien escribe, sino quien vive) es el cúmulo de sus aventuras y de experiencias únicas, puesto a que es su vida el motor principal para narrar las historias y en esto debo detenerme a dar gracias por el circulo de personas y eventos que me tocaron conocer y vivir, puesto a que mi identidad por muy personal y única que sea, comparte junto al complejo de una sociedad y con mayor precisión a mi circulo cercano de individuos que han ido moldeando en una porción: Mi propia cosmovisón.


~Libre Interpretación~

Señor lector,
¿puede ver los azulejos cantar
en el firmamento de mis ojos?,
¡Ríndase!, vuélvase un detractor.

Podrá seguir letra a letra,
dormir entre cada verso,
descansar tras cada párrafo,
tomar mis sentimientos por perversos.

¡Y aún así!, donde yo vi un cúmulo disperso,
usted verá no más que manchas y nebulosas,
dibujará trazos en el papel con su bolígrafo,
y dejará impugnas y en cana mis ideas.

Señor lector,
¿sabe la diferencia entre las rosas
más dulces, y el ocre de las nubes?,
¡Cállese!, guarde silencio como buen lector.

No conseguirá entender,
lo que brota de mi inocuo cause de delirio.
De lo que anoto, no sabrá leer,
porque ni yo se lo que dejo por escrito.

Son palabras que emergen de mis pesares,
¡y estas!, son mis disculpas para usted,
por forzarlo a imaginar tormentas entre los mares,
por no darle agua en mis desiertos cubierto de zorzales.
Son mis clemencias aullando entre el frío estepario.

Señor lector,
puedo crear y no deshacer mundos,
porque sólo en su boca,
mis palabras cobraran boga.

Sólo en su boca, 
encuentro el consuelo de mis llantos,
Sólo en sus labios, 
siguen tibios, mis sentimientos santos.

Señor lector,
¿Puede el silencio escribir a punta y codo
estos versos de locos sin probarse un vestido?,
Al final le debo agradecer, porque por usted,
mis palabras son las que cobran sentido.
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~Maleta~ 

¿Por qué será que cada vez que cerramos una maleta, nos cuesta hacerlo?, ¿Por qué será que son tan pesadas en su momento?, es que en ese instante, llevamos toda una vida dentro. Es normal que cuando intentamos cerrar la última cremallera del bolso, nos cueste hacerlo, y es normal que pidamos ayuda, porque así vivimos muchos, con el servicio y la mano de una ayuda tartamuda. Tensas quedan las correas, firmes pegadas al hombro y a una espalda que a cargado tanto, que soporta el peso de esta vida que llevamos por dentro. Que este bolso no se olvide de echar las penurias, las alegrías, las derrotas y las victorias, que no se olvide de echar las amistades, ni la familia, ni a los conocidos. Eres un trotamundo, un viajero que se pierde en los humos del vapor, de un tren que está saliendo justo en esta estación. Te veré en la próxima bajada, cuando tu camino alcance al mio, entonces verás que este bolso bajo mi hombro, ha crecido y ni la pizca de mi esencia yo he perdido. Es un pasaje de ida sin retorno, es una maleta cargada de historias, es mi viaje... que ya no acepta ningún soborno.
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(Último Aliento, extracto)

~ [...] Tras el sepulcral sonido de la nada, se mantuvo inmutable, solo y a gritos agargantados que escapaban de los desvarios acaramelados en su propia existencia, dictó el breve discurso que nadie había de escuchar, ni a nadie le interesaba escuchar: -¡Dentro de los espectros que forman mi mundo!, siempre se encuentra la luz para escapar de las cadenas perpetuas, de esas abominables figuras que danzan a tres tiempos y se cuelgan sobre las sogas que mantienen los hilos de mis crucetas, con movimientos que no doy, con actos que no soy, con palabras que jamás dije. Corro en el símil de la habitación oscura, pero no por estarlo, está exento de muebles, con los que choco, tropiezo y sangro, es esa desesperación de pensar que alguien más controla tu vida, es así como juegan haciendo morisquetas y otros que por falsas caras nos engañan en marometas. Todo este tiempo llevaba un antifaz, en el vaivén de los hilos atrapé el filo de una navaja, porque hoy... hoy corto los hilos. Y tu, si tu fiel lector, de una vez... corta tus hilos y vive en tus manos, porque soy yo quien hablo y no quien dibuja mi historia, soy yo... porque has creado un mundo aparte, con reglas apartes, donde diste la única posible existencia de mi vida, fuera de estas letras entre las que camino, sólo yo puedo existir en ti y ser libre... Hoy corto mis hilos- [...] ~
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~Acerca del cuerdo coloquio entre ser nadie~

"Caer entre el cansancio de aquella arena sobre tus ojos, que pesan en tus extremidades, en tus piernas, en tus brazos, en tus palabras, en tus pensamientos, cierran los párpados almendrados y te sumergen en el letargo sueño, de los desvaríos más agrios y dulces. Cabeceas las últimas batallas contra la realidad dura, no puedes quedarte despierto, pronto caes entre las hojas opacas y muertas de otoño, amontonadas en una pila, y sigues cayendo... y sigues cayendo. Estás durmiendo, estás bajo la influencia de tus sentimientos, pronto creas reglas y mundos nuevos, eres dueño y amo en tus sueños, pero ¿qué pasa?, no puedo permanecer cuerdo, ¿Son mis pensamientos, mis ataduras a mi cordura?, ¿Es que mis emociones gobiernan por sobre mi razón?, ¿Por qué no controlo mis sueños?, son míos ... no son de nadie más. Es que no manejo mis sueños, porque estoy despierto, y despierto, no soy nadie, ni controlo a nadie, es como si mis pensamientos fueran presos de ese concepto, en mi mundo no soy nadie, por lo tanto, en mis sueños no soy nadie. Ningún hombre es nadie, mientras viva atormentado por todos sus pesares, al final Todos somos nadie"
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~El secreto de no decir nada, es decir todo...~

"Si pudiera expresar un sentimiento, mis sentimientos en pocas palabras, no habría dialéctica que me abarcara, no habrían oraciones que expresaran, ni tampoco frases cliché que enamoraran. Si pudiera expresar un sentimiento, en pocas palabras, sería igual que no decir nada, porque nada es más hermoso e inmenso, más cariñoso y más tierno, que el silencio de nuestras voces, encendidas y selladas por un beso, por que nada es más bello, que mis ojos viendo los tuyos, mientras todo un mundo suena a espaldas con sólo murmullos"
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~Mi sillón~

"Estaba sentado en medio de una sala, sobre un sofá acuadrillé, relativamente cómodo y sencillo en diseño, nada extraordinario, pero no podía evitar moverme cada dos segundos buscando una postura que me permitiera mantenerme despierto. La textura dejaba al descubierto que habría sido comprado hace sólo un par de semanas, todavía podía olerse la fragancia casi hipnótica que tienen los muebles cuando son nuevos. En la habitación no había ningún otro mueble, su figura rectangular era la única dentro las figuras que podía distinguirse, su acolchado era especial, sus hendiduras eran tan bien puestas para un regocijo aún mayor, aquellos mangos firmes y suaves que daban la seguridad, y a cada segundo parecía que te absorbía entre sus comisuras, aún así, no había nada, era una habitación blanca, y volvía a fijarme en el descubierto azul de la carcasa del declinable que hace rato rechinaba un poco, lo suficiente para no dejarme oír mis propios pensamientos; tampoco había puertas, ni ventanas, era una habitación blanca, donde se ahogaban mis más sinceros y puros sentimientos. No recuerdo como llegué allí, ni tampoco por qué estaba allí, lo que único que sabía, es que sólo existía yo y aquel sillón azul acuadrille, que habían comprado hace sólo un par de días, ese era mi mundo: mi sillón y yo, no necesitaba de otro mundo o no conocía otro mundo, de hecho ni siquiera era mi sillón, porque supongo que cada uno de ustedes, tiene su propia figura de su propio sillón e inclusive, de como soy yo"

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~Esbozando justicia~

La Justicia es proporción, aún en el Derecho, nos vamos a dar cuenta que por más objetivo que queramos ser, por más sistematizados y estructurados, el Hombre, es un ser "ruptualista", se encarga de crear sus propios edificios, para luego botarlos a pedazos por sus propios medios. Somos tan subjetivos, que aún queriendo normar nuestra conducta, es imposible no romper con nuestros propios esquemas, es imposible que nos mantengan en una misma linea, porque llegará alguien, que siempre dará un paso diferente al común de una sociedad. Siempre habrá alguien, que quiera romper con esa equidad.

Si partimos de la premisa que: "no existe verdad absoluta", ¿Como puedo saber que mi forma de pensar es equitativa y justa?, para mi puede serlo, pero para otro no lo es, ¿como puedo entenderme con alguien más?. Yo digo, que sí hay un patrón común, una escala de valores sujeta a todos los hombres, y que todos en cierta manera siguen, pero que depende exclusiva y únicamente de cada uno, adoptar y actuar conforme a su propia formación y elegir esos valores. A nivel de juicio interno, todos combatimos con dilemas morales, todos los días. Pero podemos convivir en comunidad, formar instituciones y asociarnos, sólo porque hay intereses comunes y sentimientos de por medio. Por eso, el hombre cambia, por eso exterioriza su persona, porque busca encontrar a otros de intereses similares, y es susceptible a su entorno. Siempre hemos manejado lo que nos rodea para suplir nuestras falencias, porque somos débiles estando solos. Y es sólo en el momento en que se reúnen varias personas de un mismo interés y con un mismo sentimiento, donde se produce una ruptura. Cambiamos, porque es nuestra naturaleza cambiar todo.

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~Con la cruz que cargo~

"Y allí estaba la cruz, plantada en el edificio del rascacielo más alto, pero no había nadie en ella, ni empresarios, ni auxiliares, ni prostitutas, ni profesores, ni ministros, ni vagabundos, no había nadie en ella, ya no había quien hoy, se sacrificara en nombre de nuestra miseria"

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~Somos~

"Somos lo que nos dicta el deber, el silencio y todo el simposio en nuestro corazón por haber. Somos presos de nuestras propias palabras, llevamos por esposas letras atragantadas. Somos más que figuras, más que sólo sombras, somos más que inadvertidos, somos más que llamativos. Somos quien construye mundos, y aquellos que destruyen otros tantos por llamarlos inmundos. Somos quienes lloran, somosaquellos que desean, los que piden pan y aquellos que sólo tienen sed, somos los vagabundos, somos las palomas revoloteando sobre la plaza central, peleándonos por migajas de pan, del pan que un anciano jubilado nos ha de dar. Somos más de lo que no somos, pero no somos más de lo que somos. Y eso que soy, sólo eso puedo dar, todo esto es lo que soy, todo esto es lo que doy... Somos más que media trompeta, somos más que negro entre la noche, somos vida, somos sentimientos, y por qué no, también malos pensamientos."
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‎~Pesadilla~

Hay abominables rostros disfrazados 
sobre la cal de un mar ahogado en lágrimas,
son espasmos que tiritan bajo la lluvia,
en las tonadas de la sangrada melodía.

Son estas palabras un cúmulo de ripio, 
que dan figura a las sombras de un abismo,
marchan las grandes figuras fucsias de espurio
en una montaña pulida por lijas de papel.

Las nubes creadas de carbón,
que chocan contra el suelo como granizos
y estallan en polvo del espacio,
donde mis sueños sienten miedo.

Un gatillo es jalado
por hilos amarrados a zainos, 
somos carne de nuestros deseos,
expuesto a vivir los miedos.

Es la danza de un mundo apócrifo,
es un bastión de sangre bajo tierra
que hierve como lava en marea alta,
y muerde en burbujas de pesadillas negras.

Es la ciénaga más oculta dentro de
un bosque de árboles hablantes,
con brazos de astillas pulidas
y pájaros muertos sin sus ojos.

No hay gritos, hay llantos que saltan,
rompen el eco que ya no repite,
tiene voz propia y yo sólo corro
sin llegar a ningún lado.

Criaturas aborrecibles y guerreros exánimes,
que duermen en su propio sueño,
que aterran mis grandes fuegos.
Despierto en mi cuarto a media noche,
con el pecho agitado y mis ojos exaltados.

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‎~Pensamientos Exiliados~

Hay pensamientos que yo no noto,
son esporas flotando en el áspero aire,
espinas con medicina, rosas vestidas
de espigas, franelas que no respiran.

Sin guantes sostuve una rosa, 
no pude aguantar empuñarla,
la mano entera me ha magullado,
mis heridas me llaman a la calma.

El veneno me ha inyectado,
que como una dosis de morfina,
mi cuerpo ha domado,
una astilla en mi corazón se ha alojado.

Mis arterías van quedando secas,
el veneno se ha disuelto en espuma,
mis pulmones alojan suspiros,
mi garganta sólo pide vino.

Hay pensamientos que están rotos,
que escapan de mi lengua quemada,
que no volverán, han decidido emigrar,
porque esta rosa ahora sólo está exiliada